EL CANT DE LA SIBIL·LA
Existieron en la antigüedad unas mujeres consideradas grandes sabias a las que se les atribuían conocimientos
proféticos. Esas mujeres fueron conocidas como sibilas. Los orígenes de su
historia se hunden en la noche de los tiempos y edades más antiguas de la
humanidad. Nos encontramos ante una de las más extrañas y complejas historias
de la antigüedad. Existe documentación datada hacia el siglo VI a.c. y sobre sus predicciones y
predicaciones que se extendían en todos los ámbitos de la sociedad.
Se las consideraba seres
especiales, pues les atribuían dotes sobrenaturales de inspiración divina. Las
sibilas se mantenían vírgenes. Los romanos creyeron que su inspiración les
procedía de Apolo, dado que se les atribuía la virtud de poder emitir
oráculos.
Diez son las sibilas que se han conocido, la mayoría provenientes del mundo griego y oriental. Las más conocidas fueron: la de Marpesos, en Anatolia; la de Delfos, en Grecia; o la de Tibur (Tívoli). La sibila que se convirtió en oráculo de los romanos fue la de Cumes de origen griego, que más tarde se romanizó convirtiéndose en la sacerdotisa de Apolo. Su personalidad fue descrita por Virgilio en la Eneida. Otra de las sibilas a destacar fue la africana de Eritrea que aparece en un antiquísimo acróstico griego.
El cristianismo adoptó a las
sibilas integrándolas en su iconografía y literatura. Eritrea fue una de las
cinco sibilas bíblicas que Miguel Ángel pintó en la bóveda de la Capilla
Sixtina. Los primeros cristianos atribuyeron a esta sibila profecías sobre la
Parusía, es decir, el advenimiento de Cristo sobre la tierra y la ejecución del
Juicio Final.
Fue Eusebio de Cesarea, quien
recuperó el acróstico griego en su Oratio Constantini, y más tarde San Agustín la
pudo incluir posteriormente en el decimoctavo libro de su obra La Ciudad de
Dios.
Quinientos años más tarde, en las
celebraciones natalicias, se introdujo
un drama litúrgico en el que se representaban a diversos profetas históricos
que anunciaban los vaticinios mesiánicos. Entre esos profetas se encontraba la
sibila de Eritrea, que cantaba el IUDICII SIGNUM.
Fragmento:
Chant de la Sybille Occitaine “Ell jorn del judizi”
Pieza completa
En el siglo XVI, tras el Concilio de Trento, la mayor parte de la representación litúrgica medieval fue desapareciendo. En pleno siglo XX, el canto de la Sibila sólo se seguía cantando en dos diócesis europeas: en la de Mallorca y en la del Alguer, en la isla de Cerdeña.
Hoy en día, está prácticamente recuperada y se representa en numerosas catedrales la noche del 24 de diciembre:CATEDRAL DE TARRAGONA